Mateo 6 : 9

Santificado sea tu nombre

(Reflexión sobre el Padre nuestro)


En esta frase encontramos dos palabras que tienen que ver con la
esencia misma de Di-s: su santidad y su nombre.  ¿Por qué decimos en el
Padre nuestro: “santificado sea tu nombre” ? Estas dos palabras, que se
encuentran casi al inicio del Padre nuestro, son para sepamos a quién le
estamos hablando en nuestra oración. Es decir nos revelan “algo” –aunque sea un poco– de la identidad divina. “Santificado” viene de santo. Es importante entender la palabra santo como
“unión”, en el sentido de estar unidos con Dios; en cambio para nuestros hermanos judíos la palabra santo (Kadosh ) significa “ separación”.  En el judaísmo se hace la diferencia entre lo sagrado y lo profano. 
Es muy importante que sepamos hacer la diferencia entre el mundo sagrado (donde Di-s se manifiesta) y el mundo profano (que es donde estamos acostumbrados a vivir). A Di-s no
debemos confundirlo con las personas, animales, o cosas, que nos rodean, con lo profano. 
Di-s es Santo significa que es diferente de cualquier persona u
objeto que yo pueda ver, pensar o imaginar.  Di-s es más grande de todo
aquello que yo pueda pensar. Separación en este sentido no significa que Di-s sea indiferente o alejado de los hombres, sino que es “ especial ”, “ único ”, “ diferente ”. Él es el Creador y yo tan sólo una de sus innumerables criaturas. 
Una de las grandes tentaciones del ser humano es que querernos “igualar” con Di-s; 
quererlo hacer a “nuestra semejanza”. 
La serpiente le dijo a Adán y Eva: “ustedes serán como dioses” (Gn 3, 5).
Por su parte Nietzsche decía:  “Si Di-s existiera yo no soportaría no ser Di-s” .
Decir que “su nombre es Santo”, al inicio del Padre nuestro, es recordar
que estamos hablando no con una criatura semejante a nosotros sino con el Creador de todo cuanto existe. 
La primera búsqueda de santidad consiste en reconocer esta separación constitutiva entre Él y yo. 
Hay que saber cortar “el cordón umbilical” de todos nuestros prejuicios sobre Dios, para poder relacionarnos sanamente/ santamente con Él. Decir que el nombre de Di-s es santo es decir que no se confunde con ningún otro nombre profano que podamos mencionar, ya que Él
es único. “sea tu nombre” . Nombrar a alguien o algo es de cierta manera conocerlo. 
El nombre de Di-s es el único que escapa al conocimiento humano. En este sentido es interesante recordar que la historia de nuestra fe comienza con Abraham, Isaac y Jacob. 
Los patriarcas siguen a un Di-s invisible (una voz) del que no saben ni siquiera su

nombre. Es hasta el libro del Éxodo – cuando los israelitas ya se han
multiplicado en Egipto– que Di-s revela su nombre (casi a regañadientes) porque Moisés se lo pide: “Si los hijos de Israel me preguntan ¿cuál es tu nombre? ¿qué les respondo?” Y el Señor le contesta: “Yo soy: Yo soy” (Ex 3, 13-14). 
El filósofo judío Herman Cohen –aún antes de que otro filósofo, Martin Heidegger, nos hablara de la diferencia entre el ser y Di-s– nos explica la diferencia entre el Ser de Di-s y el ser de las
cosas (ontología). Decir que el nombre de Di-s es santo es decir que no se
confunde con ningún otro nombre profano que podamos mencionar, ya que Él es único.
Oración: “Oh Señor, ayúdame a dirigirme a ti no sólo con amor sino también con respeto. Que las palabras “santificado sea tu nombre” me recuerden lo grande y majestuoso que eres. Y que sin embargo tu santidad no sea para mí causa de miedo sino de deseos de buscarte.” Amén.

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